Epimeteo rogó a su hermano que confiase a él la creacion de las especies sobre la tierra y sintiendose capaz de imitarlo comenzó a crear los seres sobre la tierra.

Asi, fue creando animales y plantas. A unos los hizo rapidos pero debiles, otros los hizo fieros pero lentos, otros fueron agiles, otros se arrastrarian sobre su vientre, otros lo hizo grandes para defenderse unos pequeños para que pudieran esconderse. A unos les gruesas pieles contra el frio, y otros pelo. Unos volarian y otros respirarian bajo el agua.

Cuando volvió Prometeo para supervisar el trabajo de su hermano, descubrio que este habia gastado todas las habilidades entre las bestias no reservando ninguna para el hombre.

Moldeó al hombre del barro de la Tierra y les entregó el fuego que habia robado a Hefestos. Con él, les insuflo el alma y les permitio defendese de las bestias y calentarse en las noches frias de invierno

Cuando Zeus descubrio el robo, condenó a Prometeo a ser encadenado en los montes del Caucaso. Durante el dia un aguila le comería el higado que le volvería a crecer durante la noche.

Al principio los hombres vivian dispersos, en ellos gobernaba el desorden y la injusticia. Zeus que odiaba a los hombres, se apidó de ellos al ver semejante caos y ordenó a Hermes que bajase a la tierra y distribuyera el conocimiento de la medicina, el arte, la musica y la justicia:

– “Da a un hombre el arte de la musica y otro de la justicia. Con que un hombre conozca la medicina, bastará para que sane a muchos”

Pasó el tiempo, pero los hombres seguian salvajes, dispersos y aniquilandose entre ellos e incapaces de vivir en armonía, Zeus volvió a llamar a Hermes:

– “Ve y entrega a los hombres el arte de la politica para que aprendan a respetarse y a vivir en sociedad”

– “¿Lo distribuyo como fueron distribuidas las demas artes?”

A lo que Zeus respondió:

– “No, hazlo entre cada hombre. Que todos participen de la politica o de lo contrario nunca seran capaces de vivir en ciudades y se exterminaran.
Ademas, estableceras en mi nombre esta ley:
Que todo aquel que sea incapaz de participar del pudor y de la justicia sea eliminado, como una peste, de la ciudad.”