Dando por hecho que la democracia, hoy por hoy, es el menos malo de los sistemas, es fácil llegar a la conclusión de que la democracia necesita de líderes fuertes, pero no al estilo de la oligarquía. No. Lo que necesita es de líderes pedagogos: por un lado, han de tener carisma, esa extraña cualidad de la personalidad, mezcla de ética y estética, que hace que nos sintamos atraídos por ellos y ellas cuando estamos cerca o los vemos u oímos; además, han de tener un instinto especial, hecho a base de experiencia, de mil problemas enfrentados y mejor o peor resueltos, que los hace identificar los principales conflictos y enfrentarse a ellos con determinación y audacia.
Pero, por otro lado, quizá más oculta, está la manera en que consiguen comunicarse con quienes los y las rodean: Sin necesidad de alzar la voz, con las palabras justas y la mezcla adecuada de emoción y serenidad que cada situación requiere; como queriendo dar a entender que comprenden perfectamente tu estado de ánimo ante la realidad o el conflicto que te toca vivir y te acompañan, enseñándote sin aspavientos cuál es la mejor opción.
No hay muchas personas con esta capacidad de liderazgo. Y muchas menos en el ámbito de la política. ¡Qué necesarias lo son siempre, y ahora!
Lo que abunda en los partidos políticos hoy son personas mediocres que intentan, honestamente en la mayoría de los casos -todo hay que decirlo-, transformar la realidad en la que viven. Lo que pasa es que la realidad de los partidos políticos, hoy, es muy mezquina.
Tengamos en cuenta que son instituciones poco democráticas en las que el individuo no cuenta; cuenta “la capilla” a la que perteneces. Recordando aquel éxito de los “No me pises que llevo chanclas”, cuando uno comienza a pagar las cuotas de un partido lo primero que te preguntan, directa o indirectamente, es “y tú, ¿de quién eres?”.
En el PSOE hubo Guerristas y Felipistas. Ahora son los ZP-catalanes contra los Barones-Bono-Ibarra (que se van pero no se van).
En el PP hubo Fraguistas y de Hernández Mancha. Ahora Gallardonistas contra Esperanzistas-Zaplanistas-Acebistas.
En IU había y hay Comunistas contra independentistas (en su más amplio sentido).
Y seguro que en el resto de las formaciones se cocerán habas de este estilo.
¿Dónde queda la defensa de los “intereses generales”? ¿Cuáles son esos “intereses”?
La principal tarea a la que se debería encomendar un político honesto y carismático, un líder, es al lavado y enjuague en profundidad de su propio partido político. Pero, ¿existen políticos con capacidad y arrojo para dar la batalla en primer lugar en “su propia casa” y luego fuera de ella? ¿existen este tipo de líderes?
Lo que abunda es:
El político funcionario: Son legión: personas que empezaron interesadas por la transformación política de una sociedad gris, y han acabado luchando a brazo partido para que la sociedad no los transforme en personajes grises. Tienden al conservadurismo, empezando por su poltrona.
El político insustituible: Todos sabemos quiénes son porque al contrario que el funcionario , que suele esconderse para que nadie le eche cuentas, éste da la nota hasta en un entierro. Es de esos que quieren que se hable de ellos… aunque sea bien. Lo más negativo que tienen es que no permiten crecer sotobosque político a su alrededor, y convierten su paso por la política en un aunténtico erial.
El político corrupto: no abunda mucho porque si lo fuera tocarían a menos a repartir, y él lo quiere todo. Es bastante generoso y se siente en deuda con quiénes le rodean… por algo será. Aunque todos los partidos políticos reniegan de ellos a voz en grito, todos tienen un buen puñado de ellos y ellas porque su vida política es muy corta: cuando están totalmente forrados hacen mutis por el foro… o por la trena.
(Seguiremos otro día)